Tomo contacto habitualmente con empresarios/as pymes, me he impuesto una cuota de contactos semanales, lo hago hace décadas, me interesa saber que piensan sobre la coyuntura, como están resolviendo, a que le dan importancia, etc..
No he dejado de hacer esta rutina, ahora alternando la modalidad entre llamadas a celular y videoconferencias. Pero lo que me ha llamado la atención durante el tercer mes de pandemia es la cantidad de empresarios y gerentes del pymes que me cuentan que están trabajando más que nunca, que no les alcanza el tiempo, que pueden ser más de las siete de la tarde y a veces las ocho y todavía están haciendo cosas del trabajo. ¿Se dedican a segmentos de empresas esenciales? No, no lo son… ¿y entonces?
Durante el primer mes de aislamiento obligatorio encontré a muchos totalmente paralizados. El temor paraliza y, seguramente, la preocupación por su salud, la de su personal y el evidente deterioro de los ingresos, los llevó a la inacción. Solo reaccionaban ante la cancelación de contratos, el quiebre de la cadena de pagos y la demanda de los pocos clientes que aún operaban. Fue entonces que escribí un par de artículos, muy bien recibidos en el mercado, en especial el último: Gerenciar la pyme durante la pandemia, que tuvo record de lecturas en mi blog y que me generó invitaciones para participar en paneles online para debatir sobre el tema. Mi intención fue sumarle ideas y herramientas al empresario pyme, para que no se deje avasallar en esta crítica situación.
Ahora descubro que tienen problemas con la administración del tiempo, pero esto no me sorprende, es algo muy frecuente entre quienes conducen las pymes.
«Usted cuando llega a la mañana a la empresa y se sienta frente a su escritorio se da cuenta que está menos tres (-3), ¿es verdad?», «Si, así es, tengo aún cosas pendientes de resolver del día anterior».
Varias veces he dicho esta frase a mis clientes de consultoría y me han confirmado la percepción. A partir de allí he trabajado con ellos problemas de delegación, manejo de prioridades, de ajustar las acciones para que estén en sintonía con la estrategia de la empresa, etc.. Por lo tanto, no es de extrañar como resulta la forma de administrar su tiempo durante esta crítica situación.
El empresario pasó de la inacción a anotarse en todos los seminarios y cursos gratuitos que se ofrecieron en Internet, y muchos a capacitarse junto a sus empleados en las actividades que les ofrecieron sus representadas. Surgió como una necesidad de ocupar el tiempo, llenar el vacío que generó el cierre obligatorio.
He escuchado como el empresario se ha dedicado «comprar» tarea. Más que nunca evita delegar y constantemente tiene a empleados de diferentes sectores consultándole vía whatsapp por pequeñas decisiones de la coyuntura. Busca, conciente o inconcientemente llenar un vacío.
Claramente este no es el camino. Tampoco hay que inventarles tareas a los empleados, ni llenar el vacío. En realidad hay que armar un plan para la coyuntura y otro para la vuelta a la «nueva normalidad» que vendrá. Un ejercicio de estrategia.
En lo coyuntural hay que evitar el sangrado de clientes, en especial de los más importantes. Tomar contacto, hacerlo como algo personal, escuchar sus desafíos, asociarse con él, compartir experiencias: negociar, acordar, empatizar. Mientras tanto, nunca se debe bajar la guardia y seguir buscando oportunidades, ya sea con nuevos contactos o bien recuperando «viejos» clientes.
Para el futuro, realizar cambios para ser más competitivos. Seguramente el socio o socios de una pyme saben cuales áreas trabajan mejor y cuales no tanto, y que aspectos deben mejorar. Solo para estos casos pensar en capacitaciones o asesoramientos, hacerlos bien dirigidos, específicos. Eso sí, tal vez no sean actividades gratuitas, pero serán de valor para la empresa.
¿Cuando se vuelva a la normalidad su pyme será menos, igual o más competitiva?
Pero estas estrategias y mejoras que el empresario puede poner en marcha tienen que contar con la predisposición para mejorar, para asumir el desafío de ser mejor líder, de capacitarse para eso, de recibir ayuda al respecto. Existe una distancia fija e imaginaria entre el rendimiento promedio del equipo y su líder. O sea, si el líder mejora sus conocimientos y capacidades, entonces mejorará el rendimiento del equipo y viceversa.
Las empresas pymes, sus dirigentes, atravesarán mejor esta dura crisis si los empresarios asumen el compromiso de ser mejores. Ser sobrevivientes será sin duda un mérito, pero no es suficiente.
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